lunes, 17 de agosto de 2009

Obliga certificación a mejora continua

“Un matrimonio, con comunicación -no a diario, ¿por qué cuál matrimonio la tiene a diario?- pero sí permanente, con frecuencia”, así calificó el verificador encargado de revisar las playas de Bahía de Banderas y Puerto Vallarta, Francisco España, la relación que desde ahora deberán sostener los Comités de Playas Limpias en la región con el Instituto Mexicano de Normatización y Certificación (IMNC) si quieren mantener la acreditación que se ha obtenido en cinco transectos de playa de la región.
España aseguró a Tribuna de la Bahía que la certificación obliga a quienes la tienen a un proceso de mejora continua, toda vez que dentro de los requisitos que establece la norma NMX-AA-120 se encuentra una serie de programas de trabajo, con objetivos generales y metas concretas a cumplir, que de no darse seguimiento podrían significar tirar por la borda todo el esfuerzo que ha representado conseguir la certificación.
España, que calificó el caso de las cinco playas de Puerto Vallarta como un proceso exitoso y ágil, dijo que estos programas de comunicación, educación, manejo de especies protegidas y manejo de residuos sólidos, entre otros, obligan entonces a los comités de Playas Limpias a mejorar durante el periodo de dos años por el que se otorga la certificación, pues de lo contrario se pone en riesgo el galardón. Así es ideal que la certificación, que se otorga en tres niveles de calidad de acuerdo con el nivel de cumplimiento de la norma, vaya obteniendo nuevos grados en tanto se mantenga el trabajo.
“La norma es una norma de gestión, es decir de hacer. Debemos entenderlo como el bien hace o el mejor hacer. Entonces, una vez que se alcanza el certificado, el cumplimiento de los requisitos no es estático. Si hay que hacer un programa de educación ambiental, ese programa tiene que aplicarse y generar resultados; una vez que se concluya ese programa deberá haber otro. Entonces esto no puede ser un proceso en el que se diga yo ya cumplí y no tengo nada más qué hacer”, dijo.
Por lo pronto, España confirmó que de las cinco playas certificadas en la región, tres lograron en esta primera verificación el grado dos, que representa un nivel de cumplimiento en promedio de 75 por ciento; mientras que otras dos habría logrado solo el grado uno, que se da por un cumplimiento aproximado de entre el 60 y el 70 por ciento de la norma en su totalidad.
Así, los dos segmentos de playa en Nuevo Vallarta y Playa Camarones, en Puerto Vallarta, son los balnearios que han alcanzado el grado dos de la certificación; mientras que Bucerías y Garza Blanca sólo han llegado al grado uno. Hasta hoy, ninguna de las ocho playas que hay certificadas en el país tiene el grado tres, que significa un cumplimiento general de la norma en por lo menos 90 por ciento.
Francisco España aseguró que aunque la norma es muy rigurosa en cuánto a los aspectos que se deben cuidar para obtener la certificación, señala que no es el nivel de limpieza el mayor obstáculo que han tenido que sortear los destinos que han alcanzado el galardón.
“El mayor obstáculo para todos ellos, lo más complicado, ha sido la comprensión de la norma. Poder entender lo que la norma quiere, lo que se busca lograr al aplicarla. Ese objetivo lo establecieron quienes redactaron la norma, entonces la gente no siempre lee de manera integral la norma y, por lo tanto, no siempre comprende todo lo que implica y más bien lo establece de manera parcial como si fuera una lista de requisitos a cumplir”, asegura.

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Lo que cuesta certificar
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Contratar los servicios del Instituto Mexicano de Normatización y Certificación (IMNC) no es caro, dice el verificador Francisco España, aunque para lograr una certificación de Playa Limpia no hay una tarifa predeterminada, pues se cobra por día el trabajo del verificador y depende del número de visitas que se requieran el costo.
Aunque la información oficial de cuánto costó la certificación de las playas de la región se mantuvo como confidencial por parte del IMNC, trascendió que cada una de sus visitas duró en promedio día y medio, pero como acudían dos verificadores, el costo promedio de cada una de las visitas requeridas fue de 120 mil pesos, tan sólo por los honorarios. Ninguna certificación se obtuvo con un número menor a las dos visitas. Es decir la playa que ha resultado más barato certificar en el país han invertido al menos 240 mil pesos, más viáticos de los verificadores.

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